Ismael Ledesma: crear para ser libres, ser libres para crear
Aprendió a expresarse con 37 cuerdas, entre penas, amores, alegrías y nostalgias. Huyó de su país, Paraguay, en los últimos años de la dictadura militar de Alfredo Stroessner, y se radicó en Francia; desde donde siguió componiendo por él y por su patria. A cuatro décadas de girar por el mundo, hoy se mira a sí mismo con las intenciones de volver, y poder compartir sus experiencias. Ismael habló con Sintonía sobre sus vivencias, y entre tantas cosas, dijo que lo que quiere para las siguientes generaciones de artistas, es que puedan sentirse libres en su propio país, que no pasen lo que a él le toco vivir.
Texto: Edson Vázquez / Fotos de la entrevista: Renata Vargas
Fotos del concierto: gentileza de la producción
Nos recibió en el Hotel Guaraní, de Asunción, previo a un viaje que tenía a Encarnación para una serie de conciertos y encuentros. Aprovechamos su venida al país, como lo hace siempre desde 1982, para conversar con él sobre sus reflexiones sobre el arpa paraguaya, las creaciones y la escena local de música popular.
Entre lágrimas que se negaron a rodar sobre sus mejillas para resguardarse entre sus ojos, abrió su alma y relató que sus inicios con el arpa tienen un contexto violento: con un padre golpeador, una madre amorosa y un país gobernado por un régimen que imponía la violencia como estilo de vida. Inició a sus cinco años sus primeras clases de música en el instrumento insignia del Paraguay, de la mano de su progenitor.
Con los años, su espíritu creador aprendió a convivir con ese contexto y al haber adquirido las técnicas y la experiencia de haber tocado en público, decidió buscar otros horizontes en donde poder expresarse con su arpa. Fue así que llegó hasta Francia desde donde confeccionó una prontuosa y próspera carrera artística. Cimentada en mucho esfuerzo y estudio.
Quería ser escuchado
“Yo no me sentía escuchado, yo acá cuando era niño quería exponer por ejemplo ya mis obras y nadie me escuchaba”, mencionó Ledesma durante la conversación. Ismael usa la palabra “huir” cuando se refiere a su salida del país. Huyó de la policía que lo perseguía por usar el pelo largo o camisas estampadas, del público que solo quería escuchar las mismas obras de siempre y sobre todo del público y de las personas (que eran muchas) que se negaban a apreciar nuevas obras, por fuera de los estilos y/o maneras más tradicionales.
“Entonces eso creó en mí una cierta rebeldía y siempre pensé en salir de acá para poder expresarme libremente, ahí es que llegamos al tema de la libertad justamente: que es lo esencial para un artista. Si uno no es libre no puede crear”.
Ismael explica que ese universo de libertad ausente y coerción constante que imponía la dictadura, hizo que mirara a otras latitudes que le brindaran oportunidades para expresarse de forma libre, sin ser juzgado prematuramente, como lo hacían con él colegas del rubro musical sinfónico o del público mismo.
Claro, hoy su realidad es otra. Hoy, cada vez que vuelve al Paraguay, su público lo espera sabiendo que lo que ofrecerá, será un deleite para el alma. Pero también dice en tono de reclamo: “Si yo no desarrollaba mi carrera en Europa, no me iban a dar bolilla, como se dice comúnmente”.
Durante el 2024 Ismael viajó hasta Paraguay para ofrecer varias presentaciones. En julio ofreció su concierto “Ismael Ledesma, del folklore al mundo”, acompañado por músicos locales como Riolo Alvarenga, Tato Zilli, Paula Rodríguez, Gabriel Colmán y Carlos Centurión. También se presentó junto a la Orquesta Sinfónica Nacional y ofreció otro concierto en Encarnación. Fue reconocido y homenajeado en vida y aprovechó para visitar el Cántaro Bioescuela de Areguá, ciudad en donde reside en Paraguay.
Fue entonces esta la oportunidad para conversar con él, y aprovechar su espíritu reflexivo en el que siempre está inmerso para conocer su semblante y sus opiniones sobre lo que piensa sobre los nuevos ejecutantes del arpa paraguaya y otras yerbas.





Evolución del instrumento
Consultado sobre las nuevas generaciones de arpistas, primero que nada, destaca la figura de los más antiguos. Por ejemplo, la de Luis Bordón, una inspiración de cientos de artistas. Un arpista reconocido y recordado en el Paraguay, quien supo brindar al país maravillosas interpretaciones de música instrumental popular.
“Hubo un proceso bastante importante ya desde hace mucho tiempo y lógicamente todo empieza, para mí, con Luis Bordón, es mi principal referencia”. “La claridad de sus interpretaciones. Él fue el que a mí me influenció mucho en respetar los sonidos”, manifestó.
Ismael destaca de Bordón la pulcritud y claridad de su ejecución, pero al mismo tiempo nombra la genialidad creativa, tanto para componer como para ejecutar el instrumento, de Nicolas Caballero, amorosamente llamado “Nicolasito”.
“En lo que refiere la parte técnica, lógicamente está Nicolás Caballero, que es indiscutiblemente uno de los más grandes arpistas del mundo, técnicamente hablando”.
Nicolasito, es aquel arpista quien incorpora la utilización de anillos a la ejecución, para lograr los semitonos o efectos que parecían complicados en un instrumento tan particular como lo es el arpa. Sin dudas la implementación de las llaves facilitó sustancialmente esta necesidad del arpa, pero la genialidad de Caballero con este accesorio de vital apoyo para su ejecución, más su inagotable sed de experimentar con ritmos, técnicas o ensambles, lo llevó a recorrer el mundo y grabar obras magníficas a mediados de los años 80.
Con estos dos íconos del arpa como influencias y fuente de inspiración, Ismael fue forjando su horizonte artístico, y resalta que escucharlos, sirvió para moldear su objetivo de lograr una ejecución limpia y estética: “Yo lo que hice fue respetar cada cuerda, cada nota. A cada nota le di su importancia y después pude desarrollar mi parte creativa, que es lo que me caracteriza más”.
Y también agregó: “Yo soy un regular interprete del arpa, pero soy un creador. Entonces me fijé un objetivo: el de crear. Y estoy prácticamente, no en final de mi carrera, pero todo lo que desarrollé durante toda mi vida es luchar por mis propias composiciones”.




Más que producir, crear
Ismael pone sobre la mesa esa discusión generacional sobre lo que intenta imponer el modelo productivo del sistema consumista y la esencia del ser humano: crear.
Apabullados y casi saturados con mensajes sobre ser más “productivos” en una sociedad que tiende hacia el individualismo, y en un espíritu de cuestionar todo tipo de verdad mediante la duda, surge la pregunta: ¿producir para qué? ¿para quién?
Sin ahondar mucho en este dilema filosófico, lo cierto es que los humanos creamos, por placer o necesidad. Ismael dice que él lo hace por ambos motivos.
Los músicos de ahora
Ledesma se caracteriza por su sinceridad y sencillez a la hora de expresarse, verbal y musicalmente. En esa línea, señaló su admiración por los nuevos creadores e intérpretes del arpa paraguaya. Y en esta conversación no escaparon los nombres de Sixto y Juanjo Corbalán.
Son hermanos, y ambos hoy tienen sus estilos y proyectos distintos. Juanjo, con su “Juanjo Corbalán Cuarteto”, grabó temas propios y recorre el país y el mundo exponiendo las nuevas sonoridades del arpa. Sixto, por su parte, se mueve en un estilo más unipersonal, pero formando parte de proyectos como el del célebre y querido acordeonista argentino Chango Spasiuk o girando y creando con el talentoso guitarrista Pedro Martínez.
Sobre aquel interés que siempre le dio a la pulcritud de los sonidos, indicó que le resulta grato ver cómo las nuevas generaciones también prestan atención a ese detalle de la ejecución.
“Siempre pensé que el arpa tenía un potencial muy fuerte, solamente que se tenía que explotar más los sonidos y es lo que hice por mi parte. Y veo que hay nuevos músicos, nuevos artistas que ahora se interesan en esa parte, se interesan mucho en los sonidos y también se interesan en la parte técnica. Y veo la mezcla de esos dos factores. Veo eso en los hermanos Corbalán”, expresó.
A renglón seguido añadió: “Tienen una musicalidad muy importante, tienen una gran musicalidad y tienen esa técnica que ha sido aportada por Nicolás Caballero, que yo no la tengo, por ejemplo”.





Melancólicas influencias
Ismael sin dudas evoca todo el peso de la melancolía en muchas de sus obras, aunque no deja de contar historias de alegrías y aventuras en otras. No existen objeciones al decir que “Flores de Asunción”, es una de sus creaciones más admiradas, aquella guarania en honor al creador del género: José Asunción Flores. Una obra que recoge la añoranza de una capital paraguaya que vio nacer al “inventor” de la guarania, una ciudad malograda por administradores ajenos a la transparencia, un pueblo con vecinos que aún resiste en sus barrios los embates de la dejadez municipal.
Sobre estos mensajes, sobre esta melancolía, que abunda en sus composiciones, Ledesma explica que no hay ningún secreto técnico, sencillamente opta por las tonalidades menores para evocar esta sensación, pero el motivo, dice que se debe a su añoranza constante por su país, en medio de las enriquecedoras experiencias que fue recogiendo alrededor del mundo.
“Empecé a crear cuando me sentí realmente libre, ahí fue que empezó ese toque melancólico en mis interpretaciones, porque yo me sentía libre de expresar todos mis sentimientos. Y yo siempre en música conté mi historia, eso es lo que acá no están acostumbrados” apuntó.
Además, explicó que, al huir de su familia; de su país; de la falta de libertad de pensamiento, se autoexilió para dar rienda suelta a su libertad creadora. Fue entonces que empezó a recorrer países y conoció de primera mano varios ritmos y géneros que alimentaron sus ganas de experimentar y componer obras que trascendían lo usual o común en su instrumento.
Y en ese proceso, sintió añoranza por su país. “Yo con todas las obras que compuse hasta hoy, desde el cero hasta hoy, estuve contando de manera musical mi propia historia”.
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Resignificación en las cuerdas
En una atmósfera de confianza, Ismael nos contó que el arte fue un camino de salvación para él. Contó que en su infancia sufrió violencia por parte de su padre y que trabajar con la música fue el canal para poder entender esas tristezas y dolores y resignificarlo en obras artísticas que sacaron lo mejor de él.
“Yo tuve un padre muy violento, y ese padre me violentó para que yo aprenda más rápido”, dijo con los ojos lagrimosos. Es una parte de su vida que hoy cuenta a modo de ejemplificar que el mundo necesita más amor y comprensión.
Y también dijo: “Mi historia es dolorosa con la música, son cosas que casi no se cuentan, yo nunca he contado, pero mi historia empieza muy mal con la música, el aprendizaje del instrumento fue muy doloroso. Y me quedé marcado con todo eso, me quedé con rencor, con odio, todas esas cosas, rabia”.
En ese camino de sanación, explica, se concentró en aprender todo lo mejor de su instrumento. Una vez logrado eso, partió rumbo a Europa, en donde siguió explorando sus inquietudes creativas y conociendo nuevas expresiones y modos de vida, que indudablemente marcaron su estilo.
“Yo tuve que curarme de eso y tuve que desbrazarme de todas esas cosas con música. Traté de encontrar la solución y de fijar un objetivo que era el mío, de curarme”
Ledesma se considera un ser muy sensible y amante, pero en el sentido más práctico del verbo, de la acción amar. Amante de su esposa, de sus hijas, de su nieto, de sus obras, de todos sus procesos y sus logros.



Persona, luego arpista
También explicó que uno de sus logros personales es haberse posicionado como Ismael Ledesma el artista y no el arpista, diferenciando así un personaje encerrado en la visión tradicionalista del arpa paraguaya y la otra que es un personaje que crea, explora y propone diversidad en sus obras.
Es un comentario/reclamo que hace al público y también a los círculos de músicos y músicas que pretenden enclaustrar al arpa en una bóveda en donde solo se permite lo básico, lo de siempre, lo que “se acostumbra” a escuchar.
“Me gustaría que la gente venga a escucharme porque lo que yo soy, o por lo que yo transmito, no simplemente porque soy arpista paraguayo”, dijo.
Sobre este punto, detalló esta situación. Refiere que la dinámica que sucede sobre el arpa paraguaya es una en donde prevalece un repertorio tradicionalista (que es necesario como elemento de identidad de un pueblo, aclara), con obras conocidas, pero con la imposibilidad de presentar y desarrollar nuevas obras en otros géneros o expresiones musicales debido a las críticas o directamente la censura. De hecho, él lo vivió en carne propia.
“Creo que fui muy criticado, siempre me consideraba un bicho raro, pero el bicho raro es necesario”, dice, al tiempo de resaltar que esto para él hoy es algo prácticamente superado ya que los que asisten a sus conciertos, saben que siempre podrá aparecer con alguna novedad o idea extravagante.
Sorpresas te da la vida
En ese dilema conflictivo entre conservadores e innovadores, cuenta que otro de los frutos de su intrépida carrera artística es haber grabado y tocado con la Orquesta de la Policía y con la OSN. De haber sido señalado y criticado por músicos sinfónicos, el año pasado presentó un concierto extraordinario de la mano de la Sinfónica Nacional.
De pasar a ser perseguido por la policía, simplemente por vestirse diferente o usar el pelo largo, la policía lo buscó para realizar un concierto juntos.
“Yo fui rechazado por toda esa gente. La policía me perseguía a mí antes. Sin embargo, toqué con ellos y con su uniforme. Yo le tengo temor al uniforme. Y son todas cosas que yo he logrado vencer. Personalmente me siento feliz. Me siento lleno”, reflexionó.
Nuevos maestros
Nos mudamos a la terraza del hotel, es una tarde cálida, pero con viento fresco. El atardecer anuncia la noche e Ismael se toma su tiempo para reflexionar también sobre la nueva generación de educadores musicales.
A su parecer, estamos inmersos en un tiempo en donde lo acelerado nos obliga a “parar la pelota” y reflexionar más sobre nuestras acciones. Y dice es ese el espíritu que deben tener los y las profesoras de música con sus aprendices. Y en ese ejercicio de paciencia, identificar y potenciar los talentos.
“El maestro tiene que detectar si tiene potencial, y si lo tiene, potenciarlo, obligatoriamente, al maestro nunca se lo olvida”.
Sobre los nuevos aprendices del arpa, recomienda estudiar bien las técnicas pertinentes y entender el lenguaje de la música folklórica Paraguay. Señala que esto es crucial para poder interpretar los sentimientos e ideas que transmite un pueblo con su música.
“Al nuevo arpista le recomiendo estudiar bien y sentir nuestra música, pasar todas las etapas, tocar en escuelas, festivales, foguearse en público. Después llega una edad en donde uno necesita esa libertad que busqué, ahí puede seguir el instinto que le dice si va a seguir el arte o si va seguir otra carrera, porque el arte se siente, uno se entrega al arte”.
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Vida sencilla
Ismael apunta lejos, quiere lo más valioso que cualquier ser humano podría desear: tranquilidad. Si bien, puede apreciar en vida el éxito de sus trabajos, hoy su propósito es cerrar su carrera en Francia y mudarse a Paraguay ¿A hacer qué? No lo sabe muy bien, pero bueno, es justamente esa su esencia libertina: arriesgarse a sus deseos más puros, y lo que ahora desea es volver y relajarse.
“Algo que veo que es que se le está celebrando mucho a José Asunción Flores, que murió en el exilio, que no tuvo esa satisfacción que yo tengo, yo luché para tener esta satisfacción, a él le hubiera gustado haber sido venerado en su país, pero también tuvo que exponer su música afuera y recién ahora se le reconoce, es lo máximo pero él ya no está, no sabe lo que está pasando, sin embargo yo sé, porque yo luché para convencer a mi propio pueblo de que yo existo”.
Con su mirada suave y sus ademanes de amabilidad, nos manifestó su gratitud por interesarnos en su vida, y cerró diciendo que quiere volver al país para disfrutar de su vida de abuelo, de tomar un mango; quizá sí, se dedique a enseñar arpa, pero prefiere no planear mucho.
“Las expectativas son volver a mi país y ser un abuelo feliz. Estoy en esa etapa, tengo un nietito, es una sensación nueva, es el resultado del amor que le di a mi hija, es algo muy lindo, es lo que quiero aprovechar, tener una vida sencilla. Después me nacerán otras ideas”.