Yami Safdie, andina, rioplatense y litoraleña: le canta con orgullo a sus orígenes

Yami Safdie, con un excepcional y confesional disco, nos cuenta su historia. Cada canción está tocada por sus huellas digitales y a partir de sus vivencias, sentires y dolores, construyó “SUR”. Si hablamos de identidad, podemos decir que se trata de esto. Una jovencísima artista que abraza las tradiciones de su país y su latinoamericanidad, y que también se para a cantar desde la actualidad sonora. Ella no reniega de nada sino todo lo contrario, siente orgullo.

Por Mavi Martínez

La chacarera “Intro (Que cante)” es movilización automática. Su prodigiosa voz se compenetra con comodidad entre un bombo leguero, programaciones y guitarras criollas. Pero no es solo lo que suena sino lo que cuenta (lo que canta). La voz era y es para ella su salvación, su refugio, su alegría y su forma de canalizar todas sus memorias desde su infancia.

“Tengo” es una alabanza a la familia y a esos amigos que son familia. Es así como los vínculos son fundamentales en esta narrativa que la artista construye siempre atravesada por una amalgama folclórica-moderna. Esta vez con una elegantísima salsa ella nos confirma que no tiene miedos para decir las cosas sin pelos en la lengua. “A veces tengo más dudas que certezas”, pero sabe bien que tiene a su gente y a sus letras para seguir.

Como una trovadora, más tarde arremete con la dramática “Amigos para qué”, donde canta en colaboración con DannyLux. Siempre el bombo marcando el corazón de la canción. Sobre este instrumento emblemático del folklore argentino se erige esta canción en clave de zamba que indaga en la desilusión y la frustración de no poder estar con alguien con quien uno quiere. “¿Cómo puedo fingir que no pasa nada, después de haber visto desnudo tu cuerpo y desnuda también tu alma?” reflexiona entre literalidad y metáforas esta obra que hacia el final abraza el corrido mexicano.

Sobre una cama de vientos, en “Pedazos” Yami se pone una coraza y admite no llorar por ese amor, porque sabe que va a volver. El asumir y soltar son también temas puestos en tela de juicio en una canción que es una deliciosa mezcla entre funk brasileño y candombe, sin esconder los beats que marcan el sonido de esta generación.

La trovadora moderna saca a relucir el brillo de su alma en la vidala “Interludio”, donde canta como si nos disparase con una flecha directa al corazón. Con una voz que pareciera que nos canta desde un más allá, solo sobre una base rítmica, Safdie despliega su rango vocal ritualero, para sumergirnos en este mantra al amor como salvación posible para todo en la vida. Ella salta al abismo y se sabe segura de cuál será su salvación.

Pero ella está muy segura también de dejar lugares que no le corresponden o que no le hacen bien. Ella trae al cumbiero L-Gante para esta oda milonguera al cariño y a todo eso que uno hace por seguir su camino, rindiendo tributo a sus orígenes. “Mami no puedo quedarme, tengo sueños que me llaman, desde pequeña una llama, que dentro mío siempre arde”, canta, mientras recordamos la conexión con el inicio del disco, porque ella nos confirma que estaba segura de que quería esto, lo lograría y volvería para celebrarlo con su más grande amor, su madre.

En su recorrido latino, nos envuelve más adelante con un romántico bolero en “Lamentos”, acompañada de la angelada voz del español Leo Rizzi. Guitarras, trompetas, contrabajo y voces en complicidad hablan de ese deseo gigante de estar acompañado de ese ser amado. Ese amor bueno, dulce y compañero aparece en esta narrativa, así como también el miedo a la soledad y al extrañar recuerdos construidos.

Sintiéndolo todo a flor de piel, Yami convoca a Omar Montes para el fogoso tema “Tango de crueldad”, una obra que fusiona a la perfección y el dramatismo del tango y lo candente del reggaeton. Este tema simplemente es la muestra de que con inteligencia se pueden lograr cosas maravillosas a la hora de aunar géneros que parecieran incompatibles.

Con aires de chacarera también nos sorprende en “La próxima vez”, una enternecedora confesión de amor puro. La joven cantante sigue reafirmando que para ella “el oro y el moro” no es nada en comparación con tener el amor de sus seres queridos, así sea su madre, su amiga o una pareja. “Ni toa la fama ni to los premios, ni darle vueltas al mundo entero, ni se le acerca a acostarme en tu pecho y estar en casa”. Yami es muy consciente y vivir eso a través de su música es gratificante, pues nos muestra que el mundo sigue teniendo artistas que pueden ver el valor de estos sentimientos.

La obra cierra con el carnavalito celebratorio “Yarará”, donde la artista engloba todo el concepto lírico del disco, de esa persona que se cayó, aprendió y supo ser fuerte. Esta colaboración con Gustavo Santaolalla brilla por las declaraciones, como quizás la más poderosa que afirma que ella lloró tanto que solo aprendió a fluir sobre esas lágrimas.

Para su juventud, Safdie está bastante segura de muchas cosas y con justa razón. En un mundo bastante cruel en muchos sentidos, que periódicamente busca quebrar nuestra estabilidad y hacernos arrodillar ante el status quo, la argentina sale a cantar con este poderoso segundo álbum donde le pone la firma a sus ideales sonoros y emocionales. 

“SUR” es la muestra de que aunar tradición y modernidad puede salir más que bien con el debido y necesario respeto. Yami Safdie honra esas raíces, ese nido materno y esos vínculos familiares, de amistad y de amor, de una manera tan sublime que todo lo que canta llega a lo más hondo.

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