Un día nos pusimos Aguará

Un animalito que nos identifica, en un parque que es una joya, con el desafío de elevar a la música nacional a la primera plana.

Por Mavi Martínez

Cuando el artista argentino WOS vino este año, fue el único (me atrevo a decir) de tantos y tantos artistas internacionales que intentan hablar guaraní, que dijo algo diferente. "Me siento aguará" había expresado el músico y el lugar donde actuaba casi explota. Es que justamente, más allá de una reverencia a nuestra identidad hablando en guaraní, WOS puso el dedo en la llaga usando una palabra que usamos cuando estamos felices, cuando algo sale bien o simplemente cuando todo fluye.

Que un festival nacional haya tomado ese nombre parece una coincidencia y algo muy significativo, ya que representa todo lo que anhelamos con la música nacional: que nos haga felices, que todo salga bien y que la industria fluya, crezca, se propague.

Desde hace meses se venía promocionando este festival con un cartel 100% nacional, entre propuestas de bandas, de solistas y de colectivos (ejemplo: Marcelo Soler y sus amigos). Propuestas de larga trayectoria como también nombres que están empezando en la música desde hace algunos años, dando sus primeros sólidos pasos.

Como persona esperanzada en que la música nacional tenga su espacio y sea valorada por la gente, me pareció una de las ideas más loables, el de dar escenario y las mejores condiciones técnicas a grupos nacionales, que en un país como este, no le queda más que tocar constantemente en bares de pequeños (a veces pequeñísimos) escenarios, accediendo a veces a tratos donde salen empatando (o perdiendo) y tocan por el simple hecho de hacerlo, porque o si no no tocan; y en condiciones técnicas de "esto es todo lo que hay", teniendo que la banda muchas veces "arreglárselas" para sonar y verse bien. O mucho peor aún, teniendo que soportar maltratos, algo que debe desterrarse por completo, porque ninguna circunstancia justifica tal cosa. Hablando de forma común, la famosa "batalla" que tanto se menciona entre bastidores. Todo esto sin mencionar que muchas veces el público no está ni mínimamente interesado en lo que tiene enfrente.

El Aguará se plantó al igual que festivales internacionales, con dos escenarios, áreas de comida, bebida e incluso de juego, porque había que aprovechar el recinto que albergaba el evento. Un sitio que es un verdadera joya, pero que penosamente está a la merced de la inseguridad, por el contexto y las condiciones que van más allá de lo que uno puede hacer como sociedad. Aunque de igual forma, este evento, como la iniciativa de otros grupos, dan su granito de arena para intentar cambiar la situación. Como se dice, remando bastante "en dulce de leche". Pero lo hacen, pudiendo no hacerlo y quedarse lamentando desde la comodidad de sus asientos.

De todos modos, algo que se presta para el debate son los diversos factores que hacen que un evento así tenga o no gente. No podemos "culpar" a nadie. No sabemos si la afluencia de personas fue como quizás esperaban, pero es un buen primer intento y supongo que habrá espacio para la reflexión de cara a futuras ediciones. Es cierto que hay muchos eventos sucediendo en simultáneo, que la movilidad no siempre es accesible para todos, pero es un hito que sin dudas marca un precedente de una idea noble.

Más que un análisis profundo del contexto y de cada presentación, este texto pretende alentar esta clase de iniciativas que, intuyo, se realizan teniendo en cuenta diversos factores y haciendo "malabarismos" para poder presentar y coordinar el extenso menú musical que ofrecieron.

Pero para no dejar pasar hablar de eso y porque al final es la principal excusa del evento, sí puedo decir que tener un cartel con tantas propuestas, más aún atravesadas por una diversidad sonora asombrosa, habla solamente del buen estado de salud en el que se encuentra la música nacional. Rock, metal, pop, indie rock, cumbia, reggae, soul, funk, etc. solo por citar un poco, porque también a hoy ya es difícil etiquetar y encasillar propuestas, porque la fusión está a la orden del día. 

Ojalá este sea el espacio para dotar de estas buenas y dignas condiciones a todos los artistas posibles que obviamente también estén a la altura. El Aguará me parece una buena apuesta y será sano que cada edición proponga un menú diferente y ojalá en los años que vienen podamos ver a esa cosa positiva de la diversidad creciendo y expandiéndose. Esperemos que sea siempre un evento de verdaderas apuestas, que premie a la música por encima de los contactos y los sellos, porque elijo soñar con la continuidad de un festival cuya curaduría responda única y exclusivamente a la música.

Desde aquí solo nos resta incentivar a la gente a descubrir lo que proponen las bandas, tanto nuevas como consagradas, porque encontrar música increíble hecha en Paraguay nos pone más que aguará.

Mientras tanto aquí te dejamos una galería de imágenes :)

Fotos: Belén Pinto y Juan Garay

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