El conjuro musical de Michi + Kronenberg + Btesh

"NUNCA DA IGUAL" es el tercer y esperado álbum de la argentina Mariana Michi, que en colaboración con otros dos grandes artistas: Ezequiel Kronenberg (guitarra y bajo) y Nicolás Btesh (piano), crea un universo plagado de texturas que se amalgaman para llevar al oyente a lo más profundo de sentimientos crudos. Los artistas subrayan aquí su imaginario sonoro y emocional, generando un disco de excelente factura.

Por Mavi Martínez

El trabajo inicia con "Admiración", que abre sus puertas desde una hipnótica guitarra que sirve como base a todo lo maravilloso que viene después: una línea de bajo exacta y potente y exhuberantes elementos de orquestación, que te dejan al borde del suspenso y la angustia, pintando paisajes de película surrealista.

De repente aparece la voz de Michi, como pintando el lienzo con sus hermosos y diversos matices vocales que llegan a una cumbre desde el principio. Ella vino con todo y es su muestra. “No es tan fácil ni quedarse ni escaparse, pero soy libre igual", dice antes de que los elementos electrónicos irrumpan en este viaje casi fílmico.

Las mismas guitarras y voces oníricas nos llevan de la mano a "Repatriarme", donde Michi irrumpe con todo a puro canto hipnótico, sobre sintetizadores oscuros y graves, que enseguida se van extendiendo, dando la sensación de que la cantante está parada al borde de un precipicio. "Quiero odiarte pero no puedo/quiero" es el mantra que se va repitiendo y creciendo a medida que se suman capaz de instrumentos y voces, con el recurso del vocoder, lo que da una sensación de caos, locura y expansión, como si ese deseo/pensamiento nos estuviera persiguiendo y acechando cual pesadilla, con incertidumbre. ¿Queremos lo que deseamos? ¿Deseamos lo que necesitamos? El caos desciende quedando nuevamente sola la voz de Mariana, quien busca "besar" ese caos del que venía recién.

"No sé vivir" suena a partir de un piano con reverberancia, desde el aire del ruido de los dedos sobre las teclas. Michi nuevamente arrasa con su voz pausada, mastica las palabras y se pasea sobre sus pensamientos entre la ilusión, la duda y una vez más el deseo. Todos los elementos vuelven a aparecer de repente, creciendo, lentamente, como un recurso altamente disfrutable, ya que nos va preparando para un subidón de éxtasis musical. Las teclas tornan al sonido de Rhodes, algo que confiere de más cuerpo a la canción. Nuevamente una orquestación exquisita, cuerdas agudas y graves, nos van llevando por este carrusel onírico que sí, te deja bastante melancólico. Sin darnos cuenta, termina, así sin estructuras.

El paseo nos habla luego de "El karma de vivir al sur", una bella balada donde Michi se pasea vocalmente sobre las escobillas de la percusión y sintetizadores in crescendo, que funcionan como un colchón de contención a la afirmación "sentir hasta resistir el karma de vivir al sur".

"Máquinas de hacer todo al mismo tiempo" asciende enseguida entre armonías vocales, la guitarra y el piano, protagonistas de este trabajo que afirma que no existiría el uno sin el otro. "Solo quien te abraza siente este calor" canta la artista, como un postulado de la redención del amor a través del abrazo, ese intercambio de energía que recarga los cuerpos y hace danzar a los corazones.

Otro final brusco, inesperado, nos conecta a "Saqué una carta", una tonada plagada de melancolía y deseo en clave casi folclórica. Los climas y las atmósferas que generan tanto en este como en todos los temas, son dignos de dejar a uno con la boca abierta, exhalando todo el tiempo ante tamaña belleza lograda desde la inteligencia y la pasión.

"Cumpleaños" se aparece hacia el final como una canción de casi despedida, entre una espiral de trompeta que explora sonidos que irrumpen lentamente. Siempre las texturas se mezclan sin molestarse unas con otras, más bien necesitándote y complementándose, mientras Michi afirma que no es la persona que creía ser, y donde también piensa: "hoy no necesito agradarte, ni agradarme ni agrandarme en lo que soy", entendiendo que a veces es mejor la incertidumbre que intentar complacer al resto siendo quien uno no es.

El tema que da nombre al disco también lo cierra, desde una cama de voces que se asoman a repetir en forma pendular que "NUNCA DA IGUAL". Este final deslumbrante y victorioso parece entender que es la conclusión de un trabajo que plasma una búsqueda constante del ser tanto humano como musical. La canción más larga del álbum nos viene también a recordar que el tiempo pasa y no nos damos cuenta, que podemos estar sumergidos en espirales sonoras así, para abstraernos también un poco de la realidad. Las repeticiones y las partes instrumentales sostenidas son ese cable a tierra también, muchas veces, y esta aventura así lo entiende. El final es una delicia.

Michi se abraza al arte de sus compañeros para recordarnos que el trabajo en colaboración, en comunidad, es salud, ya que pueden salir joyas como este álbum.

Además, deja en claro que su lírica atropella sin metáforas a todo lo que un ser humano puede sentir en este mundo en el que vivimos inmersos en la instantaneidad, en las expectativas de la sociedad hacia nosotros, en las experiencias de los vínculos, en el cuidado de la salud mental, entendiendo al final que nosotros estamos primero. Así, el resto se acomoda después.

Todo esto pareciera nacer de una introspección profunda de una artista justamente no tan segura, porque es eso lo que nos dice, que en la vida uno va explorando, indagando, fallando, aprendiendo, es parte del ser. Sí que como todo, naturalmente, hay una búsuqeda de la certeza, pero en este presente a veces eso viene con interferencias, mientras tanto, es en la música donde uno puede encontrar un hogar para vivir, esperar y sanar.

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