Paiko triunfa en su juego de local

“¿Te gusta el rock and roll?” le preguntaba el gran baterista de Maná, Álex González, a la hijita de Afi Ferreiro. Ella le decía que sí y le indicaba que su papá estaba ahí, tocando la guitarra. Mientras Paiko tocaba su versión reggae de “Mis noches sin ti”. Ellos hablaban ahí, de “tu a tu”, al costado del escenario, en tanto un coro masivo acompañaba como nunca a esta banda nacional que salió a jugar como protagonista y brilló por el cariño de la gente.

Texto por Mavi Martínez

Fotos por Diego Zarza

¿Existe la magia? Me pregunto yo. Y si es que existe algo superior a lo que podemos atribuir una felicidad máxima, casi innombrable o insuperable, entonces sí, existe. Magia, destino, Dios, en lo que creamos. Pero porque existen esos momentos que se quedan marcados como un tatuaje emocional.

Era la noche del viernes 16 de febrero. El Estadio “La Nueva Olla” del Club Cerro Porteño ya estaba en proceso de llenarse. La cita ineludible para los fanáticos con Maná estaba pronta a concretarse. Pero antes debía haber un platillo de entrada, esa embajada nacional que antecede a casi todos los artistas internacionales que vienen. Esta vez esa tarea recayó en Paiko, una banda paraguaya que supo instalarse con sus temas propios y versiones del folclore nacional en clave de rock latino, en el gusto popular de la gente desde sus inicios allá por 1999.

El evento era importante para ellos por muchas razones. La banda se había tomado una pausa indefinida en octubre de 2021. Las razones no nos importan, el tiempo decidió dictar si habría un regreso. Fue así cuando en (coincidentemente) octubre de 2023, el botón de “pausa” cambió al de “play” y la historia continuó. Tras un par de toques entre el exterior y nuestra tierra, llegó para ellos un compromiso histórico.

Fue así que viernes 16 de febrero Afi, Pollo, Cana y Seba pisaron el enorme escenario montado en la “Olla” con una energía y un brillo especial. Sus emociones desbordaban, pero así también la gente respondió como pocas veces a un artista en calidad de telonero. Paiko pisó con fuerza y la gente reconectó con ese cariño. El coro del público crecía y creía por los aires.

“Caos total”, “Quiero!”, “Si te vas (Andrea)”, “Piraretã”, como sus versiones de las guaranias “Mis noches sin ti” y “Kurusú vera” sobrevolaron Barrio Obrero, y los acordes que forman estas indelebles melodías se extendieron como remolinos gigantes gracias a la gente, que cantó palabra por palabra, siendo “el quinto Paiko” de la noche.

Definitivamente, la banda es un emblema de esa identidad tan nuestra dentro del rock nacional. Si hablamos de rock paraguayo, sobradamente Paiko inscribe su nombre en los libros de historia del imaginario musical, allí donde trazan lo que fuimos y lo que somos. Esperemos que sigan escribiendo ellos mismos las páginas de su historia, porque estamos expectantes de ver hacia dónde van.

Mientras las melodías sigan resonando en el público, en los amigos que ven triunfar a su banda amiga, en las familias que acompañan o en la niñita que ve a su padre no solo por primera vez en un escenario sino “jugando de local” y siendo profetas en su tierra, todavía hay esperanza de que este mundo puede ser un lugar mejor, con el botón de “play” encendido hacia donde dicten los sueños.

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