Natalia Lacunza presenta “Duro”, un atmosférico desahogo

Electrónica, techno, dance, reggaetón, hyperpop y pop melódico, pero a su vez un poco oscuro. Estos contrasentidos chocan y conviven por igual en el nuevo EP de la cantante y compositora oriunda de Pamplona, España, Natalia Lacunza, quien ha sabido demostrar sus cualidades únicas a la hora de crear su música original.

Por Mavi Martínez

Las penas, las desilusiones, ya sean por amor, por dejar algo atrás o por simplemente aceptar los cambios de su propia vida, son los temas recurrentes en estas cinco poderosas canciones a las que ella recurre para contarnos que dolió, pero aprendió, en general. Su lírica es desgarradora, de esa poesía que sin querer consume todo por dentro.

El recorrido arranca con “Intro (DURO)” y con las teclas que tejen un loop hipnótico. Con suavidad y ternura, como una aparición sorprendente, llega la voz profunda y llena de textura de Natalia, quien nos canta como un ángel. La tensión sube por completo en un trance dance que pone como protagonista al inglés luego de varias líneas en español. La canción sube y baja siempre para bien, para tenernos ahí expectantes del próximo movimiento y la emoción nos agarra constantemente por sorpresa.

“P.D.P” arremete después con un potente beat que nos envuelve así como la voz de Lacunza, evocando un verano de agua fría, emociones que queman, recordándonos que todo siempre hay que sacarlo afuera. En “LA PRÓXIMA” ruega por un mundo que sea un hogar más habitable, más transitable, mientras el beat retrocede en “tempo” pero nunca cede en pasión, porque nos mece en una espiral de fogosa tonada. Los elementos electrónicos y las capas de programaciones confieren de gran profundidad al canto que recorre entre sonidos bien definidos.

Entre sintetizadores y un bajo, con “Nunca Llega 05” empezamos a recorrer este camino donde la artista se enfrenta a la incertidumbre de la espera. Un uso de autotune perfecto eleva los colores de la voz de la cantante, quien se demuestra versátil y cómoda en estas canciones que parecieran representar todo lo que pasa por su mente.

Inesperadamente, el final llega con “VERDADERO” que aparece como una bocanada de ensueño, con una melodía de fantasía, un lugar especial para que la artista nos confirme que todo lo que nos dice es su verdad. Una mezcla armoniosa entre español e inglés nuevamente se hace presente en esta hermosa música, que presenta diferentes pasajes, como una sinfonía en varios movimientos. 

“Que Dios me perdone por no haber sabido cuál era el momento de reconocer, dejarme de lado, no sacarme brillo y tapar el oro que esconde mi piel” dice tajante en esta última canción, o en “Intro (DURO)” dispara: “Me miro de cerca y no me gusta”.

Y sus mejores curitas han sido estos géneros entre pegajosos, bailables, con los que nos invita a viajar en estas obras plagadas de emociones poderosísimas como su personalidad, una que dejó bien en claro ya allá desde su “Nana triste” con Guitarricadelafuente.

En este puñado de canciones, cual vehículo perfecto con destino a sensaciones a flor de piel, Lacunza no repara en mostrarse en crudo y con el corazón en la mano nos muestra sus tristezas, sus pesares y sus esperanzas, ¿por qué no? Hoy en día reconocerse vulnerables es de valientes. En un mundo que nos empuja a la insensibilidad, Lacunza nos ofrece ternura y aceptación en forma de música.

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