José Mieres y una sinfonía de barro

“Miles de lunas después” dijo José Mieres que fue el tiempo que tardó en sacar estas canciones que, se nota, han sido creadas como si de moldear barro se tratara. Son tres temas que tienen diferentes formas, texturas y colores. Él, como alfarero de la música, ha sabido moldear sus emociones y sentimientos ayudado por una pléyade de músicos y compositores entre nuevos nombres que empiezan a mostrar sus trabajos y experimentados aportantes.

Por Mavi Martínez

Así como la sorpresa empieza desde las primeras notas tan nítidas como profundas de guitarra, la emoción del asombro arremete cuando en “Amor de barro” aparecen las voces de José Mieres y Belén Pinto que, para esta canción, parecieran que ya estaban hechas la una para la otra. “La ruta larga” que recorren sonoramente es maravillosa, porque logran abordar esta canción con sutileza, sensibilidad y cariño.

Hace tiempo que no escuchaba una canción construida entre guitarra (ejecutada con gran sentido por Pedro Martínez), voces y efectos delicados, que genere esta sensación de levedad y que construya un relato sobre el amor de manera tan aguda y fina. Se puede percibir el cuidado hacia la creación no solo de esta, sino de las siguientes obras. Mieres invitó a Pinto para pintar paisajes abundantes de detalle gracias a sus voces que quedan resonando en eco, como si nuestros corazones fueran unas cavernas donde descubrimos nuevas emociones.

Este tema nos deja como si estuviéramos sentados en la arena, sintiendo, oliendo y escuchando al mar. En el mismo modo guitarrero, pero esta vez añadiendo guitarras eléctricas que se cuelan por nuestros oídos de forma inesperada, “Reflejo” sigue planteando ideas sobre el amor, un sentimiento universal que fue, es y será cantado hasta el fin de los tiempos.

Reflejo se mete a pensar en la idea del espejo, de ese vernos en otros, un importante ejercicio de reflexión y sanación. “Si me pierdo siempre me podré encontrar reflejado en esos ojos”, una oración que hace de otra persona faro, pero que al mismo tiempo podemos pensar que habla de uno mismo y ese amor propio.

Como un tercer movimiento de una sinfonía llega el final con “El ahora y el después”, que abraza el romance sin pudor y ya hacia un horizonte más plagado de instrumentos eléctricos, el polo casi opuesto del inicio, pero a la vez una afirmación de la amplia paleta de colores en las ideas de Mieres.

“Una simple canción, un par de acordes y mi voz” dice el artista en esta obra, como sosteniendo que a partir de ahí es capaz de crear universos atractivos y placenteros, como los que logró en tres hermosas canciones de este EP, que resulta ser una brisa fresca en un mar de ideas que se repiten constantemente.

José Mieres contó que estas canciones nacieron de la incertidumbre de la pandemia, del encierro y de sentimientos que debían salir desesperadamente por algún lugar. Celebro que se haya tomado el tiempo justo para atender con cuidado a estos temas, ya que el resultado ha sido muy bueno y un gran aporte al cancionero paraguayo.

Anterior
Anterior

Las mejores 100 canciones del 2023 (primera parte)

Siguiente
Siguiente

Natalia Lacunza presenta “Duro”, un atmosférico desahogo