Lo hizo de nuevo: Alejandro Sanz conquistó corazones en Paraguay

Carismático, alegre, melancólico y agradecido. Así se presentó Alejandro Sanz en su magistral concierto en el Jockey Club Paraguayo en marzo pasado. Brindó un sólido show respaldado por su imponente banda que no dio tregua en toda la noche. El madrileño con acento andaluz, se llevó el corazón de las paraguayas y paraguayos que vibraron bajo un cielo estrellado en Asunción. En esta nota te contamos cómo Paraguay fue testigo de un concierto en donde Sanz recordó a todos que es uno de los cantantes hispanohablantes más queridos del mundo.

Por Edson Vázquez (@edson.rap)

La gira “Sanz en vivo” desembarcó con una gran producción, que, por cierto, tiene su propia cuenta en Instagram en donde comparten los nombres de las personas que integran el equipo y las experiencias que viven alrededor de Alejandro Sánchez, popularmente conocido como Ale Sanz.

Tras su última visita, poco antes de las medidas extremas por el COVID 19 en el año 2020, el artista volvió a Paraguay después de su presentación en el Festival Viña del Mar, en Chile. Un festival con una fuerte carga de responsabilidad ambiental, puesto que el país trasandino sufre una de sus peores momentos por los incendios forestales en importantes reservas naturales.

El hijo predilecto de Cádiz, arrancó así una gira en el 2024, luego de que el año pasado haya atravesado por un difícil momento de salud emocional. Sanz es uno de los cantantes más queridos del mundo hispanohablante, y está en el Top 10 de los artistas mejor pagados del 2023, según la revista People With Money, con unas ganancias globales que rondan los 46 millones de dólares.

Así empezaba

El concierto arrancó con una puesta de videos y relatos pregrabados (presentación calcada a la de Viña 2024) en donde Sanz cuenta sobre su niñez y adolescencia marcada por una personalidad introvertida. “Me gustaba la poesía, el flamenco y mi bugío”, dice en una parte de la voz en off con imágenes en blanco y negro de Sanz en las inmensas pantallas.

Apenas terminado el relato en forma de rimas, la banda interpreta una introducción general con un potente riff en la guitarra eléctrica y con arreglos de “Te lo agradezco, pero no”, en las voces de sus coristas, que iban adelantando la amalgama de canciones y estilos que tenían preparados para aquella noche.

Sanz apareció desde una escalinata situada en el centro mismo del escenario, con lentes negros, remera y saco. Con la banda sin parar, se puso a interpretar “No es lo mismo”, esa canción que nos retrotrae al 2003, año de lanzamiento del disco que lleva el mismo nombre y que sería un éxito de todos los tiempos, como muchas de sus canciones.

Alejandro se paseó sobre su propio canto, que por momentos parecía más un recitado que otra cosa, con estilo flamenco en su cantar, pero marcado por una base (de la propia canción) que oscila entre el hip hop y el pop de la década de los 2000. Claro, todo esto sucedía mientras el público intentaba asimilar el inicio de un magnífico show.

Tras la última nota de la canción, continuó con “Lo que fui es lo que soy”, una canción con potencia y energía al más puro estilo del pop rock, acompañado de un juego de luces tenues, entretejidas con luces rojas y otras blancas. Las voces del coro, acompañaron la canción con un aire de música góspel y soul. La canción terminó y el escenario quedó a oscuras, momento aprovechado para que el público empiece a corear: “Olé olé olé olé ¡Ale! ¡Ale!”.

El infaltable saludo en guaraní

Sanz tomó un poco de aire para luego agarrar su guitarra y saludar con un fuerte “¡Buenas noches Paraguay. Rohayhu!”. La velada prosiguió con instrumental de la banda. En una especie de interludio, en donde la trompeta toma protagonismo, Sanz lanzó un fuerte “¡A ver cómo baila Paraguay!”, para recibir una respuesta de puro algarabío.

Tras finalizar, un momento de pausa antecedió a la introducción del siguiente tema: “Alma al aire”. El cajón, la trompeta y el piano confeccionaron un ambiente que transportó al público hasta las tierras andaluz, en donde Sanz creció y vivió gran parte de su niñez y adolescencia.

Antes de entonar la primera nota de la canción, Sanz soltó un: “No pude haber pedido una noche más perfecta”, y el público respondió con un bullicio ensordecedor. El setlist continuó con “Hoy llueve, hoy duele”, canción del álbum “No es lo mismo”, pero que en la ocasión por momentos sonó con aires de Timba cubana.

Un cantante que conversa con su público

El español se caracteriza con ser un artista amable, atento y romántico. Sanz no desaprovechó los momentos de pausa para saludar y hablar con los presentes. Y no es nada nuevo, por algo es uno de los cantantes de habla hispana más reconocidos y queridos en todo el mundo. Pregunta a la gente que tal la están pasando y genera alguna que otra broma.

Y en Paraguay no fue la excepción. El artista dejó a todos los productores, músicos y trabajadores del evento con algún saludo, abrazo o mirada que quedará para siempre en el recuerdo.

Protagonismo femenino

La velada fue extensa. Es destacable el buen comportamiento del público que respetó todas las normas del establecimiento. Un lugar acondicionado para un recital de tremenda magnitud y con accesos cómodos y ágiles. El concierto fue extenso, casi eterno (y es que este artista acumula años y años de éxitos musicales), pero la banda nunca dio espacio ni para ir a tomar agua.

El grupo que lo acompañó estuvo compuesto por mujeres extraordinarias: Txell Sust, española de 53 años oriunda de Mataró, Barcelona; es una de las coristas que acompaña a Sanz en sus giras desde 2001. La otra voz es Karina Paisan, una prodigiosa cantante estadounidense con ascendencia dominicana quien se sumó a las giras del español desde el 2019.

Por su parte, Brigitte Sosa es la bajista y contrabajista que acompaña al cantante desde 2012. Es española nacida en Las Palmas de Gran Canaria; es música y diseñadora. Helen de la Rosa es la baterista quien se lleva todas las miradas por su precisión al tocar. Logra un sonido prolijo y contundente en cada tema, y su pasión hace que tome protagonismo durante todo el concierto.

Glenda del Monte es la encargada del piano, teclados y coros. Es de Cuba y le pone el sabor caribeño. Soltó algunos montunos y fue la responsable de darle picante a la rumba que se desató hacia el final del concierto.

Asimismo, la banda la integran Mike Ciro (Dirección musical, guitarra eléctrica, guitarra acústica y guitarra española), Alfonso Pérez (Dirección musical, piano, teclados, guitarra acústica y coros), Carlos Martín (Percusión, trombón y arreglos de viento), Mirón Rafajlovic (Trompeta, guitarra acústica y guitarra eléctrica) y Chris Hierro (Hammond, teclados, programaciones y coros).

Que siga el show

El concierto continuó con “Sirena” en donde Helen de la Rosa protagonizó un solo de batería potente, matizando los diversos climas de la canción. Le siguió el tema “Camino de Rosas”, con la introducción del Chris Hierro en el piano de cola. En la mitad de la canción, Sanz presentó a Brigitte Sosa quien protagonizó su solo en el bajo. Esta sección dio pie al lado más pop-funk de Alejandro Sanz.

-        Han pasado 8 años de la última vez

-        ¡Cuatro!

-        ¿Cuatro? Que suerte que solo han sido cuatro años. Gracias Dios por esto.

La breve conversación con el público desató una ola de aplausos, gritos y alegría. La velada continuó con “Deja que te bese”, canción que la grabó y lanzó en colaboración con el rey de la salsa Marc Anthony”, una rumba cubana mixturada con el flamenco y toques de murga.

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Sanz tomó una bandera paraguaya que le pasaron, mientras que en el piano el montuno de Glenda tomó protagonismo. Al final del tema, Ale Sanz decidió lanzar algunos acordes y punteadas en su guitarra española al más puro estilo flamenco improvisador, demostrando que la hermandad que existe entre los géneros musicales de diferentes continentes, derriba fronteras para transformarse en grandes éxitos.

El setlist prosiguió con “Siempre es de noche”, “La peleíta”, “Ibas” y “Cuando nadie me ve”; para luego interpretar “Contigo”, uno de los grandes clásicos de Joaquín Sabina.

Luego llegó “Looking for Paradise”, canción a la cual fueron invitadas las compatriotas Alexa Britos en el arpa de agua y Clara Valenzuela con el violín de agua, ambas integrantes de “Hydro Water Show”, el producto artístico de la Orquesta H2O Sonidos del Agua de “Sonidos de la Tierra”. Ellas se llevaron todos los aplausos del público y de Ale Sanz, quien destacó el trabajo conceptual del proyecto que busca respetar los causes hídricos y el uso responsable del agua.

Preparando el final

La velada se fue acercando a su final. Llegó la hora de otro clásico: “Amiga mía”, un himno de la música romántica en español en las últimas décadas. La gente hizo lo suyo coreando cada verso de la canción, mientras las luces rojas en varias tonalidades iban jugando con la pantalla mientras Sanz se paseaba por el escenario.

Al culminar, la banda volvió a tomar protagonismo al tocar “Labana / La rosa”, y mix de rumbas española y cubana, Glenda con el montuno en las teclas blancas y negras mientras que la clave 2/3 marcaba el ritmo.

Era simplemente la antesala de “Corazón partío”, una de las últimas canciones con la que el público disfrutaba de la noche. No hubo un solo sector que se haya quedado en silencio, sentado o sin dar un mínimo de griterío o bailecitos. La fiesta era evidente.

Los decibeles volvieron a bajar con “Viviendo deprisa”, y al término de esta canción mueven el piano de cola hasta el centro del escenario, para que Sanz se siente, al momento que se abren algunos carteles en el público con la frase “nunca te soltaremos”.

-        “Cuando me subo a este escenario siempre doy las gracias. Yo tampoco los voy a soltar nunca”. Respondió.

Ahí se puso a cantar una detrás de otra “Mi soledad y yo”, “Y ¿Si fuera ella?” y “Ese último momento”.

Y sin previo aviso, ese fue el final. Poco más de dos horas de concierto llegaron a su final. En las pantallas apareció un enorme “GRACIAS”, y Sanz iba presentando a cada uno de sus músicos, los agradecía frente al público y los iba colocando en una columna para que pudieran saludar todos juntos a la multitud que no cesó de aplaudir a uno de los cantautores más queridos de los últimos tiempos. La noche cerró con un show de fuegos artificiales hasta que el español abandonó el escenario.

La calidad humana de Sanz se desparramó en todo su show, alcanzando los técnicos, sonidistas, asistentes, producción… No hubo un solo comentario sobre este artista que haya sido negativo antes, durante ni después de su visita a Paraguay.

Esta pequeña isla rodeada de tierra, una vez más, solo tendrá hermosos recuerdos de una noche con Alejandro Sanz.

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