Blair: bailemos con nuestra sombra

Sigue dando que hablar, todo el tiempo, una y otra vez, como una emoción que se renueva. Es Blair con “Llorando en la fiesta”, el disco con el que confirmó que es una apuesta disruptiva y un vendaval de aire fresco en la escena argentina.

Por Mavi Martínez

Empezó como trapera, pero en ese mundo donde últimamente todo intenta ser oro, no tuvo impacto (por suerte). Sorprendentemente, al abrazar una estética de diva rockstar/glam/emo (así, todo junto), al cantarle al desencanto, al mostrarse “oscura” y al hablarnos de llorar en la fiesta, dibujando un casi contrasentido al brillo y opulencia de los días que corren en la música, es donde la artista encontró su lugar y su identidad: en mostrarse vulnerable de verdad.

Ella es de Punta Alta, Bahía Blanca. Luego de unos cuantos sencillos donde empezó a llamar la atención, se toma el atrevimiento de conquistar con “Llorando en la fiesta” (noviembre 2022) una obra si se quiere conceptual en cuanto a sonido y narrativa, creada con Dante Saulino, músico y productor, con quien conforma un tándem que arrasa.

Tras un espacial colchón de teclas, unas guitarras que fluyen como agua cristalina se van abriendo paso. Enseguida, la voz encantadora de Blair irrumpe para hechizarnos cual hada del bosque y llevarnos como presas a su aventura. Este estremecedor inicio con “Llorando en la fiesta (intro)” nos da una muestra de que esta propuesta entendió que esto tenía que ser un viaje que atrape desde el primer segundo.

Del éxtasis inicial vuelven a aparecer las guitarras, muy protagonistas a través de toda la obra, como un recordatorio de su expresividad en un corpus de canciones que coquetea de manera poderosa con el pop rock de los 70. Es así que llega, justamente, el tema “Otra noche en los 70” donde Blair se pone en plan narradora cinematográfica para pintarnos un escenario específico, que automáticamente nos remite a un thriller de misterio/ asesinos seriales, obviamente setentoso.

De esta frenética historia de horror y gore, a lo “Carrie”, vamos corriendo de ese escenario imaginario, deteniendo un poco los pasos, bajando la intensidad para flotar en las nubes de la balada “Opuesto complementario”, plagada de distorsiones y de la voz aterciopelada y delicada de Blair, que canta como si estuviera poseída por los espíritus de Lana del Rey y Phoebe Bridgers.

Las reverberancias tanto para las guitarras como para su voz, confieren a la canción una potencia especial que hipnotiza. No podemos obviar el guiño a Miranda! cuando habla de un “misterioso alguien” y podemos confirmar cuánta cultura pop rock atraviesa la obra de esta joven intérprete.

La narrativa visual que crea con cada canción sigue creciendo con “Rothmans”, una marca de cigarrillos que da nombre a un tema que se erige en espirales de esas guitarras de ensueño y camaleónicas, ya que lo que se propone sonoramente para cada obra es diferente y nunca se repite. En su literatura, Blair nos propone el ejercicio de hacer memoria desde lo sensitivo, en este caso desde el lado del gusto. Comer, tomar, o como aquí fumar algo, para remitirnos a un recuerdo exacto. Una vez más otra referencia directa pero a Luis Alberto Spinetta en la frase “cuando estés dormida te robaré un color” (Muchacha ojos de papel).

Una balada cargada de épica y misticismo viene más tarde con “Mi suerte”, una oda a la decepción y al deseo de querer entender cosas imposibles. Blair asume con facilidad el rol de una gran cantante de balada pop mid tempo, donde su voz vuela por los aires y crece, se agiganta y también se contrae, para dejarnos sin aliento y (no al borde de las lágrimas) con un llanto imposible de atajar. Su ángel es extraordinario, su vulnerabilidad es legítima y su sinceridad, en los tiempos que corren, se agradece.

En cuanto a lo lírico es una joya de emotividad y honestidad. Creo que no hay nada más hermoso que verse reflejado en letras que destilan cotidianeidad. Si a hoy uno “consume” música es porque podemos pegarnos ese viaje sonoro y además sentir letras que nos llevan a reflexionar sobre quiénes somos, quién queremos ser y a quiénes queremos cerca (o a quiénes no). “En la soledad uno es más fuerte”. No hay frase más contundente que esa.

“Troya” no intenta sacarnos del trance, al contrario, nos invita a seguir ahí, respirando, conectando, sintiendo todo demasiado fuerte, tirando combustible al kerosene para que la música se torne abrasiva. Referencias desde la guerra de Troya, “La Ilíada”, hasta Taylor Swift, dan vida a este imaginario.

Que una obra sea capaz de esta conexión tan pura y brillante es algo que conmueve, insisto, en tiempos como este donde todo es tan instantáneo. Blair entiende que necesitamos parar y mirarnos, reconocernos, sufrir un poco si es necesario para luego emerger. Esto es lo que respira este tema que comienza así, con el magnetismo de un mantra, para explotar en locura y distorsión inesperada para el minuto 1:54. Demencial. Gritos. Respiramos nuevamente, al final, luego de sacar toda la tormenta afuera.

“Yo & Yo” es otra locura “dreamy”, entre capas y capas de voces espectrales que generan un espíritu que roza lo macabro. “¿Cómo es bailar con tu sombra?” se pregunta en esta canción en la que puede estar hablando nuevamente en la soledad, ese estado que mucha gente teme porque a veces lo temido es enfrentarse a uno mismo, mirarse por dentro. A veces sabemos cosas que no queremos aceptar, pero es necesario para ser mejores. Al final, cuán necesario sabernos vulnerables y entender lo preciado de la soledad, que nos puede dar esos momentos de introspección. Blair insiste en la reflexión personal de saberse solos para poder maravillarse de quiénes somos. “Y sí ¿quién más iba a ser si no?”.

El final con “Afterlife” sabe a redención, con el entender que siempre hay algo más después de que algo muere. Puede ser una relación, una amistad, un sueño, un trabajo, una vida. La espiral de locura que arranca desde el minuto 1:33 nos puede decir que la vida es imperfecta, pero en esa imperfección buscamos un poco de cordura y coherencia con lo que sentimos y queremos. Todo muere, uno también con cada decepción, pero a la luz aprendemos que todo puede volver a nacer en otras realidades.

Hay muchas divas del pop brillante, de lo positivo y lo bello, y está todo bien. Pero por lo visto, era necesario una representante de toda una porción que también atiende a las desilusiones y las decepciones desde el abrazo al desencanto, a lo “sad” sin miedo, a lo oscuro. Porque, para brillar debemos atravesar la oscuridad ¿no es así?

Anterior
Anterior

Entendiendo el fenómeno Young Miko

Siguiente
Siguiente

El colorido paseo fugaz de Miranda!