Morat y una relación irrompible con su público

La banda colombiana regresó a Paraguay para ofrecer un gran show en el Jockey Club Paraguayo, el pasado viernes 27, repasando los hits con los que supieron conquistar a la gente, sobre todo por la sinceridad de su narrativa.

Por Mavi Martínez

Un día antes un pronóstico de lluvia prendió todas las alarmas de alerta entre el fandom de Morat. No obstante, ese día, pareciera que un manto cual hechizo impidió que este fenómeno climático se atreva a aguar una fiesta pactada con mucha anticipación.

El cielo esparció solamente unas cuantas nubes grises porque no había amenaza que se atreva a empañar este reencuentro para muchos, ya que para otros tantos también fue la primera vez que vería a Morat, ese impecable grupo integrado por Juan Pablo Isaza (vocalista principal y guitarrista), Juan Pablo Villamil (vocalista principal y banjo), Simon Vargas (vocalista y bajista ) y Martín Vargas (vocalista y batería).

Desde horas antes la emoción sobrevolaba el Jockey Club Paraguayo, hasta donde se dieron cita unas 15.000 personas, doblando la cantidad que hubo la última vez, en 2019, en el SND Arena. Para más emoción, una especie de barra luminosa iba contando arriba del escenario cuánto tiempo faltaba para el inicio. Era solo cuestión de respirar y esperar que el tiempo pase. La cita era ineludible.

La exhalación llegó puntualmente a las 21:00 cuando los cuerpos empezaron a hacerse visibles sobre el escenario. La travesía inició con “Besos en guerra”, música que estuvo acompañada por los gritos, las lágrimas y los abrazos. Desde el inicio demostraron que esta travesía por este universo de canciones es un deleite ya que ellos las llevan al vivo de una manera impecable, pues son grandes virtuosos de sus instrumentos.

El setlist fue arrollador, extenso y decidido a complacer a la gente que esperó y a conquistar a la gente que fue a descubrir. Así, por casi dos horas pasaron canciones por momentos en seguidilla y por momentos dando espacio a que cada uno se pueda expresar, para destilar y poner la firma al carisma tan natural que portan.

Temas como “506”, “Porfa no te vayas”, “Segundos platos”, “Aprender a quererte”, atravesaron lo más profundo de cada corazón, de cada alma presente, para empezar a escribir en las páginas de una noche histórica para miles.

También hicieron otras como “Debí suponerlo”, “Punto y aparte”, “Mi suerte” e incluso se realizó el estreno en vivo de “Demasiado lejos”, que habían lanzado tan solo un día antes de actuar en nuestro país. La gente agradeció este privilegio, ya que fue la primera vez que la canción salió a volar.

Un grupo de amigas bailaba, otras se abrazaban, cantaban mirando al cielo, se mecían juntas y juntando sus cabezas, porque seguro sus mentes estaban pasando por lo mismo, en ese preciso momento. Esa suma de instantes era algo único.

Himnos al desamor, a la amistad, al amor propio, a los vínculos, al deseo, a los sueños. Todo eso condensa Morat de una forma sencilla pero que cala de forma profunda.

Con esto, este grupo logra ese impacto de que su audiencia se vea reflejada en sus letras, ya que le hablan directamente a un ser humano vulnerable, que no tiene miedo en admitir su ansiedad o sus miedos, como también sus sueños y anhelos. A ese ser humano como ellos mismos también lo son. Al final, la banda también es un reflejo de su público.

Esa noche hubo entre Morat y su público una mística especial. Podría decirse que solo las partes de la relación podrían entender, pero la verdad es que ser fan de Morat es abrir la comunidad a quien quiera vivir un momento de alegría, lágrimas, abrazos y canciones cantadas a todo pulmón. Es una comunidad que crece.

Fotos: Juan Garay

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