La noche en que Nahuel Pennisi nos hizo ver con el alma

Una polvareda de emociones quedó flotando en el aire al terminar el concierto de Nahuel. Con su ceguera nos hizo ver que las personas sentimos, lloramos, reímos, amamos, herimos, nos lastiman, perdonamos, y aun así seguimos teniendo esperanza. Entre chamamés, polcas, chacareras, baladas y cumbias, Nahuel vino a Paraguay para hacernos sentir lo que él ve con el alma. Una noche que quedará en las retinas y en nuestros corazones hasta que la memoria diga basta.

Texto de Edson Vázquez / Fotos de Renata Vargas

El Teatro Guaraní quedó con un aura de emociones entrelazadas. Las canciones que vino a interpretar, despertaron un vaivén de emociones, entreveradas entre lágrimas y aplausos. El bonaerense de 33 años se presentó en suelo guaraní el pasado 31 de agosto en un formato solista, aunque estuvo acompañado de grandes artistas paraguayos.

Los teloneros

El argentino estuvo precedido por la presentación del dúo de arpa y guitarra a cargo de Devorah Rolón y Diego Colmán respectivamente. Arrancaron a las 20:35, las luces se apagaron en el teatro para el ingreso de los músicos quienes, sin preámbulo, tomaron sus puestos e iniciaron con “Mi dicha lejana”, de Emigdio Ayala Báez, para luego continuar con “Amazonas”, un tema en salsa del arpista Ismael Ledesma. Continuaron con el clásico “Ángela Rosa”, de Félix Pérez Cardozo, para ponerle el toque kyre’y de la noche. La ejecución prolija y delicada de Devorah, más el acompañamiento preciso de Diego, desataron los primeros aplausos de la noche.

El dúo prosiguió con una versión especial de “Cascada”, del maestro Digno García. El tema tuvo sus arreglos armónicos y rítmicos que acentuaron una sensación de melancolía, enmarcados en una notoria ejecución firme de ambos artistas. Siguieron con el famoso chamamé “Merceditas”, una obra infaltable en el repertorio folclórico latinoamericano. Iniciaron con una introducción lenta de la parte A del tema para luego continuar con la contagiosa cadencia de la obra insignia del chamamé.

Cerraron con “Como la miel”, una obra al estilo llanero venezolano de la arpista argentina Sonia Álvarez. El dúo cerró su presentación con la evidente satisfacción del público que los agradeció con sus fuertes aplausos. 

La responsabilidad de culturizar al público 

He de resaltar que la experiencia al principio no fue la más deseada en el marco de un teatro elegante e histórico. La producción tuvo problemas al inicio con sus listas de invitados y acreditaciones, pero que lograron subsanar.

A metros de las puertas del teatro estuvo habilitado un puesto de pororó (pochoclos, palomitas de maíz, o como lo digan en tu país), producto comestible permitido con el que los asistentes ingresaban al recinto. Claramente esto ocasiona que el ruido del envoltorio y el crujir del producto se escuche en la sala, ocasionando la distracción de los oyentes.

Aparte de representar una falta de respeto a los artistas en cuestión. Este escenario se dio mientras se desarrollaba la presentación del dúo telonero. Desde Sintonía, hacemos expresa la solicitud respetuosa de revisar esta cuestión (a los directivos del teatro y las productoras) para así asegurar una experiencia placentera y sin distracciones para los que van a apreciar las presentaciones en tan histórico y reconocido teatro.

Nahuel ofreció su corazón

Las luces se volvieron a apagar, los telones se fueron y ahí estaba ese cantante oriundo de Florencio Varela, Buenos Aires. Sentado, solo con las luces y su guitarra con el mango hacia su derecha en su regazo, mirando él al público con sus oídos y su alma.

“Yo vengo a ofrecer mi corazón”, de Fito Páez, fue la canción primera que entonó Pennisi, con su estilo vocal que recoge lo flamenco, lo pop y lo contemporáneo. Una obra disruptiva para la época en la que fue lanzada, pero con un mensaje profundo y sensible que sigue interpelando a nuestras sociedades. Las luces azules matizaron la zamba de Páez en las cuerdas vocales de Nahuel que al terminar fue recibido con aplausos del público.

“Muchas gracias, mba’éichapa Paraguay”, dijo, y más aplausos lo abrazaron. Siguió con “Primavera”, esa canción en seis por ocho que relata posiblemente el final de una relación y los retazos de recuerdos que quedan en la casa tras una vida de vínculo amoroso, para luego seguir con “Hoy”, de Gloria Estefan. Nahuel ya se mostraba animado haciendo gestos de aplausos para que la gente lo acompañe, y el público claramente acusó estos pedidos. “Muchas gracias Paraguay, Asunción. Buenas noches teatro Guaraní. Que hermoso poder estar acá por primera vez”, expresó. El público respondió con un barullo afectuoso. 

Lluvia de invitados nacionales

Nahuel será posiblemente el artista extranjero en pisar tierra guaraní en tener la mayor cantidad de invitados locales en su presentación. La siguiente canción fue la icónica guarania “Recuerdo de Ypacaraí”, en la que fue acompañada por el acordeonista Heraldo Vargas y el arpista Alcides Ovelar, ambos destacados artistas de sus instrumentos.

Obviamente, su interpretación fue magistral; con su toque romántico y melancólico. Su amor por la música y su resiliencia trasmitidas en una sonrisa infranqueable durante toda la noche, rebosaron de empatía y lágrimas en todo el público que asistió esa noche. “Me llevo muchas palabras en guaraní y canciones hermosas”, dijo al finalizar la interpretación.

Luego subieron Néstor Ló y Edu Martínez para sumarse y vibrar con la obra “Mamáma”, una polca paraguaya que se volvió el himno a las abuelas de nuestro país. El rasguido perfecto de Pennisi en la polca, más la emoción de los artistas de poder compartir tan significativa velada, hicieron una presentación tan sincera que la felicidad se desbordaba en cada nota que recorría el teatro Guaraní.

Polca bonaerense

Nahuel siguió con una polca paraguaya de su autoría que hasta el momento nunca había la cantado en vivo. La obra se encuentra en su segundo disco. “La música paraguaya hay que tocarla con músicos de acá”, dijo, e inició con la canción titulada La brújula.

“Siempre en cada huella/ bajo cada estrella/ así es el camino con atajos y desvíos/ pero no lo dudes nunca, serás mi pasado/ porque estás presente en mi paso agigantado”, reza parte del verso, que, con el acompañamiento de los músicos paraguayos, la obra sonó al más puro estilo kyre’y. El exquisito toque de Heraldo y el bordoneo sustancioso de Alcides en el arpa, arroparon el tema con aires propios de acá. La gente ovacionó la presentación y la felicidad de Nahuel se desparramaba en su sonrisa de oreja a oreja.

Los artistas paraguayos bajaron para dejar solo nuevamente a Pennisi, quien interpretó su exitosa bachata romántica “Por segunda vez”, una canción de resignificación sobre los rasgos que los humanos amamos en una persona, según lo había explicado alguna vez el psicoanalista argentino Gabriel Rolón.

Las canciones del argentino son siempre una exteriorización de sus procesos de interpelación personal, y esta canción es eso, la historia de un amor que él consideró que valió la pena ser vivido. La historia de una posible ruptura que le costó esfuerzo entenderla, pero con el firme propósito volver a retomar el camino del vínculo amoroso con nuevos aprendizajes.

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Aprendizajes

Siguió con “Avanzar”, su canción de aprendizaje al estilo balada, pero con toques folclóricos. Canción de superación, de pensarse y sentir, sin pisotear lo vivido, sino de aceptarlo y resignificar la narrativa de los dolores y sacar sus enseñanzas. Sin dudas, Pennisi es un artista que aprendió a significar sus vivencias a través de los procesos artísticos que desembocaron en obras musicales.

En esa línea, siguió con “Ser feliz”, esa canción de mensaje claro y directo: ser feliz. Una canción en donde aborda el derecho de ser felices como individuos de una colectividad, de disfrutar de lo simple y aprender a sentir el hoy.

Nahuel parecía no cansarse, y a cada tanto le acercaban un vaso con agua para hidratarse para luego continuar con su contagiosa sonrisa. Continuó con su también exitosa canción “Princesa” acompañado de la compatriota Meli Hicks y prosiguió con el tango “Nada” del inmortal Julio Sosa.

A renglón seguido, la canción que pone a cualquiera en un estado lacrimógeno: “Zamba para olvidar”, de Daniel Toro y popularizada por la inolvidable Mercedes Sosa. Esa zamba que recoge todo el dolor de un intento de poder superar la pérdida amorosa, una obra que trasciende las fronteras de un simple género para pasar a convertirse en un símbolo de unidad entre naciones.

Camino hacia el final

Los estilos variados que fue cantando Nahuel expresaban su más amplio y vasto apego y respeto los géneros folclóricos de nuestra región sudamericana. En ese mismo espíritu cantó “Mundo”, la canción que, junto a Abel Pintos, le cantan al amor y su resiliencia al son del tinku boliviano.

Luego invitó a la “leona guaraní”, Susana Zaldívar, para interpretar el clásico “Así fue”, del gran divo Juan Gabriel. Susana, una de las mejores voces contemporáneas femeninas del Paraguay, le dio su voz potente a la canción, y devoró al público con su atrapante interpretación. Se paseó por el teatro con sus hermosos matices que engalanaron la obra.  

Siguió con “Regresa”, una cumbia en colaboración con el multipremiado Luciano Pereyra y luego invitó al dúo Purahéi Soul, integrado por Jenni Hicks y Miguel Narváez, quienes interpretaron el éxito “Desapego”, canción que puso a llorar a todo el público. “Les quiero desear lo mejor Paraguay querido”, expresó Nahuel al culminar la canción y siguió con su más reciente éxito: “Universo paralelo”, un canto que uno como oyente lo siente en el cuerpo, traspasa el alma. “Estoy muy agradecido”, acotó.

El final del setlist fue con una fuerte carga social. Fue terminando con “Oración del remanso”, ese dolido chamamé que relata las calamidades que pasa el ribereño con las idas y vueltas del río, dador de vida, pero también te lo arrebata en un pestañeo.

Luego un “Cambia todo cambia”, para recordar el valor de la lucha utópica de los latinoamericanos por un mundo mejor y con justicia social, himno de las resistencias en tiempos del Plan Cóndor, fue la canción predecesora del final: “Ojalá”, del cubano Silvio Rodríguez, esa canción de amores en tiempos de perseguir sueños comunes y la defensa por la libertad. 

Mirar con el alma

Nahuel es ciego de nacimiento, no se puede imaginar, literalmente, pero posiblemente esa discapacidad, agudizó otros sentidos, y no hablo solo el del tacto, el auditivo, el gusto… sino el de la empatía, el sentido de pertenencia… Nahuel ofreció un corazón en donde se abrió en el alma, para mostrarnos su sinceridad. Nos ofreció dolor, para recordarnos que las personas nos forjamos a base de prueba y error.

Nos mostró felicidad, en compañía, en soledad, en presente, en distancia. Con sus canciones nos mostró que podemos ser heridos y lastimados por quienes afirman amarnos, pero aún así, la eterna utopía nos moviliza a superarnos y seguir de la mano, codo a codo, palmo a palmo junto a los que también buscan un mundo con más sentido del amor, con menos individualismo y con más abrazos, de esos que te abrazan el alma y el corazón.

Gracias Nahuel, gracias. 

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