Daisy Lombardo: ofrenda del alma, con una voz sublime y sin tiempo

Con "Ofrenda" la cantante paraguaya Daisy Lombardo abraza una misión: la de rescatar un repertorio de canciones no muy "usuales" en el mundo del tango y la milonga, universo que ella lleva como bandera. La artista respira a través de estos géneros, por eso es que para este nuevo trabajo decide no ser un tributo más, sino hacer un camino casi arqueológico, poniendo como protagonistas a temas que no han sido versionados sin parar, como sí otros, a lo largo del tiempo.

Por Mavi Martínez

Tal es el caso de temas como “Pastora” (una exquisitez en colaboración con Chino Laborde) o “Una vez”, que se suman a obras como "Afanancio", "Ay! Mimosa", "Imaginación", "Mi taza de café", "Whisky" y "Negra María". Con ello, pone los reflectores sobre autores como Alfredo De Angelis,  Lito Bayardo, Ángel Robledo, Juan D'Arienzo, entre muchos otros nombres que hacen parte de la historia de este género argentino, al que ella sabe cómo poner su propia identidad con refinado carácter.

Los ochos temas proponen un viaje donde las emociones son el vehículo y la voz de Daisy el puerto seguro hacia donde vamos, guiados por su sensibilidad y cariño hacia cada palabra escrita y hacia cada melodía compuesta. Ella no pone solo voz, sino también toda la corporalidad necesaria que estas canciones piden, así como la entrega de su alma, que se mete en todos los rincones de los temas.

"Ofrenda" es un tributo de lujo que nos remite a un lugar y una época que no vivimos in situ, pero gracias a Lombardo podemos estar ahí, viendo esas imágenes sonoras que ella con su carácter entiende cómo construir.

Este trabajo nace desde el cariño que tiene Lombardo hacia todo un mundo que ella vive apasionadamente, el del tango. Su amor desmedido por esta cultura tanguera hace también que todo lo que canta se convierta en una historia personal, más allá de que interprete obras de otros compositores. Porque ahí reside el verdadero desafío de abordar la obra de terceros, y ella sale no solo airosa del reto sino triunfal, elevándose en la sutil escalera que ella edificó con sus matices multicolores, hacia la magia de una interpretación fuera de serie.

Lombardo se apoya, además, en el magnífico trabajo de un equipo que coronó este álbum, que cuenta con arreglos elaborados por Pablo Valle, quien dirigió artísticamente el disco desde su participación en el piano. Trabajaron también Mayumi Urgino en el violín, Oscar Yemha en el bandoneón, Andrés Santarsiero en el contrabajo  y la colaboración especial de Walter, el Chino Laborde.

El material fue grabado en Estudios ION, editado por Mariano Beyoglonian en Estudio Tritono y mezclado por Miguel Senini. Además, toda la producción fue de la misma Daisy, demostrando así la importancia del cuidado y el afecto hacia cada detalle de una obra que busca reflejar transparencia y verdad.

Daisy apostó por grabar en Buenos Aires, y quizás el estar ahí le permitió empaparse también de todo el espíritu del periodo de tiempo que canta. Es así como la artista palpita con una porción de una historia que caló profundamente en una región, sin dejarse llevar por la nostalgia como cliché, sino como un factor necesario para el disfrute de su voz.

Es digno e importante de resaltar que el lanzamiento del disco en plataformas digitales fue este 2 de diciembre, que la intérprete hizo coincidir con la fecha de nacimiento del maestro Osvaldo Pugliese y Ramón Lombardo, padre de la cantora fallecido en abril de este año.

Bien vale disfrutar este álbum (me atrevo a rogar) con auriculares, cerrar los ojos y viajar. Tal vez en la exquisitez de la soledad, bailando descalzo sobre el piso frío, o regando plantitas y hablando de historias con amigos. Dejarse llevar por la etérea voz sin tiempo de Daisy, voz tan cálida como una taza de café o que abriga como una mano compañera. Pero así, volar sobre las nubes de algodón que teje con su dulce y profundo "tarará", salpicado de sonrisas, soles y amor.

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