Kinds of Kindness: la autodestrucción en la búsqueda por pertenecer

“Kinds of Kindness” es la última película del director griego Yorgos Lanthimos y trata de cómo querer ser aceptado puede hacerte mierda. Con un formato llamativo, Yorgos deja en claro que la condescendencia y la bondad muchas veces se convierten o directamente son mecanismos para aprovecharse de los demás.

Por Diego Díaz

Para ser sincero, cuando vi la película, durante el desarrollo de la primera trama, dije que era aburrida y que el nivel de absurdo de la historia me resultaba exagerado. Esa misma sensación me había dejado “The Lobster”, que nunca terminé de ver. En el caso de “Kinds of Kindness”, las expectativas que tenía eran enormes porque el año pasado “Poor Things” me había volado la cabeza y con mucho orgullo me subí al hype de Emma Stone (que no es tan hype porque es una actriz del carajo). Por eso los primeros minutos de “Kinds of Kindness” me resultaron sencillamente decepcionantes.

Considero una virtud poder mantener la paciencia al ver una película y no dejarla por la mitad. No digo que siempre haya que hacer eso, sin embargo, les recomiendo que lo tengan en cuenta al ver “Kinds of Kindness”. La primera historia es lenta, empieza con Robert (Jesse Plemons) y George (Williem Defoe) mostrando una dinámica de dominación en la que Robert intenta rebelarse levemente contra George porque ya no quería intentar matar a alguien y que parezca un accidente. En esta historia George es un multimillonario y Robert es un empleado de su compañía, que al parecer está muy agradecido por la aparente benevolencia de George, quien tiene una serie de hábitos de generosidad que claramente suele replicar sobre el empleado preferido de turno.

La trama de George y Robert lleva a la completa radicalización las relaciones comunes dentro del mundo empresarial, donde la obsecuencia es una conducta bastante corriente. El empleado adulador siempre está dispuesto a hacer de todo para complacer al patrón, inclusive si debe romper sus propios valores. En la primera historia, matar también es una posibilidad.

La presencia de Emma Stone agrega un componente importante para la narrativa. Ella personifica a otra persona, igual al personaje de Plemons, que tampoco tiene reparos para acatar las órdenes de su jefe. La manera en la que el director usa los recursos simbólicos en esta parte de la película se vuelve muy efectiva para que se pueda entender el punto. Los regalos que da George son similares a los falsos cumplidos que a veces recibimos en el trabajo.

En la segunda historia de la película, la trama se centra en la vida de un hombre que quedó trastornado porque su esposa desapareció al hacer una expedición como bióloga marina. Jesse Plemons ahora es Daniel, un policía que alucina ver a su esposa, Liz (Emma Stone) por todas partes. El nivel de locura de Daniel es tal que al principio del relato llega a confundir a un detenido en la comisaría con Liz.

A diferencia de la primera parte de “Kinds of Kindness”, la segunda no es tan lenta pero es la más absurda de las tres. Rápidamente, la película comienza a llamarte la atención porque genera la sensación de curiosidad sobre el paradero de Liz y si en realidad la persona que regresa junto a Daniel es la verdadera Liz. Sí, spoiler, en algún momento Emma Stone vuelve y por determinadas conductas, Plemons piensa que ella es la misma.

La vinculación que tenían Daniel y Liz antes destacaba mucho, en especial porque eran muy dependientes el uno del otro, ambos sabían mucho de cada uno, conservaban una monotonía que les agradaba a los dos y disfrutaban de los mismo placeres, teniendo una experiencia swinger con una pareja de mejores amigos, Martha y Neil (Margaret Qualley y Mamoudou Athie). 

En su retorno Liz dejó de actuar de la misma forma, algo lógico luego de estar tanto tiempo sobreviviendo en un territorio inhóspito, adoptando todo tipo de estrategias para poder resistir. Por su nueva conducta, la locura de Daniel comienza a escalar a tal punto de obligar a Liz a demostrar que en realidad ella es la misma que fue a la expedición. En una relación de pareja esto suele ocurrir de manera constante, es comprensible, cuando alguien a quien conoces muy bien empieza a actuar diferente lo primero que pensás es que te oculta algo. En mi entender, es esto lo que quiere mostrar Yorgos, pero abordando la parte violenta de las relaciones.

En las relaciones afectivas también existe poder, no necesariamente en su acepción negativa, pero en esta historia, es justamente eso lo que el director desea explicar. Daniel comenzó a someter a Liz a pruebas para que demuestre quién es. Este tipo de conductas no son ajenas para nadie que pueda leer el artículo. En las relaciones “tóxicas” las pruebas de amor no llegan a implicar que alguien se saque sus órganos como en la película, pero sí ocurren muchas veces pedidos extorsivos cuando se entra en un círculo de violencia, por ejemplo. 

La tercera trama usa la ficción como instrumento y se distancia del absurdo. Pensar en una secta en la que solo está permitido tomar agua producto de lágrimas de los miembros de la secta o hacer pruebas de iniciación raras de verdad no es muy descabellado. La intención de Emma Stone de entrar oficialmente a la secta de Williem Defoe es el último tipo de gentileza que Yorgos describe, tomando elementos que a más de uno le puede resultar familiar: relaciones amorosas fracasadas, adicciones, violencia sexual y demás problemáticas que rompen a la gente.

En la cultura de redes, un chiste recurrente es que el ex drogadicto se vuelve religioso. Lo usamos como broma pero si nos ponemos serios, encontramos que para varias personas la religiosidad, ser parte de un grupo y volverse orgánico a sus pensamientos y costumbres, es la única opción para seguir viviendo. A Emma Stone la vemos así en el tercer relato. Con una relación nueva, tratando de mantener una vinculación amable con su ex pareja y que de esa forma puedan criar lo mejor posible a su hija. A la par, observamos el crecimiento importante que tiene la secta de Defoe, que por algún motivo (o capaz no lo recuerdo) rechaza a Stone. Pienso que ese rechazo tuvo que ver con que su ex marido la drogó y abusó sexualmente de ella, por lo que no contaba con cierta “pureza” como para ser parte de la secta. 

En esta historia se utiliza de vuelta el recurso de la primera: hacer lo que te pide la autoridad para poder seguir en determinado espacio. Al principio la historia muestra que están buscando revivir a un hombre (el hombre que había sido asesinado por Jesse Plemons en la primera historia). Esa redención solamente puede hacerse con una mujer joven que fue elegida para ello, sin embargo, Emma Stone está fracasando en su tarea.

Después de ser rechazada, Margaret Qualley en uno de sus personajes (tiene dos en esta historia) se acerca a Emma Stone para darle una información útil que la llevaría a conseguir revivir al señor (que no sabemos quién es y qué hizo). Aunque ya no la habían dejado ingresar a la secta, ella insistió y terminó matándose junto con la chica que tenía poderes para revivir. Una vez más Yorgos trata de darnos una lección de que la búsqueda de la pertenencia puede autodestruirnos.

En un contexto como el que vivimos, al menos en Latinoamérica, con corrientes religiosas fundamentalistas que funcionan comúnmente como hermandades, el guion del director es preciso. El cliché de que la “realidad supera a la ficción” se aplica a la última historia de “Kinds of Kindness”. Con iglesias que piden sostener la lealtad y abandonar todo lo mundano, una secta como la de Defoe queda todavía muy corta.

La película ya se puede ver en Disney +. Yo la vi en Cinemark, pero lastimosamente solo duró una semana en la cartelera.

Siguiente
Siguiente

Niños: thriller, suspenso y terror